sábado, 19 de abril de 2008

EL AVE FENIX
El Ave Fénix o Phoenicoperus, como lo conocían los griegos, es un ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de fuerte pico y garras. Según algunos mitos, vivía en una región que comprendía la zona del Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África.


Mitología [editar]
El mito del Ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el
Más Allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Fue citado por los sacerdotes egipcios de Heliópolis, el griego Heródoto, los escritores latinos Plinio el Viejo, Luciano, Ovidio, Séneca y Claudio Claudiano, o los cristianos Pablo de Tarso, San Epifanio de Salamina y San Ambrosio.
Según la leyenda cristianizada, el ave Fénix vivía en el Jardín del
Paraíso, y anidaba en un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió el nido del Fénix, haciendo que ardieran éste y su inquilino. Por ser la única bestia que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un
nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo el mismo ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años.

Antiguo dibujo del ave Fénix.
Para San Ambrosio, el ave Fénix muere consumido por el Sol, convertido en cenizas de las que renace, después de arder su cuerpo, como un pequeño animal sin miembros, un gusano muy blanco que crece y se aloja dentro de un huevo redondo, como si fuera una oruga que se vuelve mariposa, hasta que dejando de ser implume se transforma en un águila celeste que surca el firmamento estrellado.
Para Heródoto, Plinio el Viejo y San Epifanio de Salamina, esta sagrada ave sólo existía en Egipto y cada quinientos años aparecía en la ciudad de Heliópolis, llevando sobre sus hombros el cadáver de su padre, a donde este iba a morir, para depositarlo en la puerta del templo del Sol.
Para griegos y egipcios, era considerado un
semidiós. En Egipto, Bennu (Fenix) fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol. El Fénix ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad. Según el mito, poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas.
Heródoto (siglo V adC), el historiador griego, escribió:
Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.

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